
El Lamento Eterno: Un Viaje a Través de las Lloronas del Mundo
Los ecos de un lamento desgarrador… Una figura espectral, envuelta en sombras y dolor, que se desliza entre la realidad y la leyenda. Hablamos de La Llorona, un arquetipo del horror que ha trascendido fronteras, adaptándose a cada cultura, a cada creencia. Pero, ¿es acaso esta figura la única representación de un sufrimiento eterno? Acompáñame en este viaje a través de mitos y leyendas de todo el mundo, donde exploraremos versiones y entidades similares a La Llorona, buscando desentrañar los oscuros misterios que las envuelven. Prepárense, porque lo que encontrarán podría perturbar su sueño.
La Llorona: Un Espectro Universal
La Llorona es, sin duda, la leyenda más resonante en el mundo hispanohablante. Su historia es tan arraigada que raramente necesita introducción. Casi todos conocen el relato del alma en pena, condenada a vagar eternamente, gimiendo por la pérdida de sus hijos. Sin embargo, a lo largo de mis años explorando leyendas y relatos de terror, he notado algo curioso: La Llorona es una figura extraordinariamente adaptable.
Cada región, desde México hasta España, pasando por toda América Latina, posee una variante única de su historia. Cada una con sus detractores y defensores, los cuales aseguran que su versión es la original y la más fidedigna.
Por ello, hoy me embarcar en un proyecto que he postergado por mucho tiempo: reunir las diversas versiones y variantes de la historia de La Llorona. Exploraremos entidades femeninas que, desde diferentes rincones del mundo, comparten características en su apariencia, origen o forma de manifestarse. No pretendo afirmar que estas historias son meras copias o derivaciones de la leyenda original, sino más bien demostrar cómo diversas culturas narran su propia versión de un espíritu femenino. Dicho espíritu, casi siempre ligado a cuerpos de agua, vaga eternamente lamentándose por la pérdida de algo o alguien.
Siguiendo una estructura similar a la de un iceberg en Internet, nos adentraremos desde las versiones más populares y cercanas a la leyenda clásica, hasta aquellas que, aunque menos relacionadas, comparten similitudes que resultan fascinantes.
La Llorona de México: El Origen Colonial
La versión más difundida de esta leyenda tiene sus raíces en el territorio mexicano, específicamente en la época colonial. La historia narra el trágico destino de una hermosa mujer indígena que se enamoró perdidamente de un conquistador español. Si bién la mayoría de la veces no se mencionan nombres, algunas versiones sugieren que la mujer era llamada Luisa y el conquistador, Nuño de Montes Carlos.
Este amor prohibido engendró tres hijos, pero la barrera social entre ambos amantes era infranqueable. El conquistador, movido por un egoísmo implacable, abandonó a la joven indígena para casarse con una mujer de su misma clase social, destrozando el corazón de Luisa.
Cegada por la desesperación y la rabia, Luisa llevó a sus hijos a un río cercano al lago de Texcoco, donde les arrebató la vida ahogándolos, antes de suicidarse. Este acto horrendo selló el destino de su alma, condenándola a vagar eternamente, recorriendo los ríos y callejones que cruzaban la región central de México y la antigua Tenochtitlán. Su lamento, un grito desgarrador, resuena con la trágica frase: «¡Ay, mis hijos!».
Algunas variantes de la leyenda afirman que La Llorona busca llevarse a niños que encuentra deambulando solos en la noche, confundiéndolos con sus propios hijos. Otras advierten que cualquier hombre que se cruce en su camino podría enfrentar su furia, producto del profundo rencor que siente hacia el padre de sus hijos.
Como es común en cualquier leyenda, existen numerosas variaciones dentro del mismo México. Los cambios más frecuentes se refieren a la época en la que ocurrió la tragedia y el lugar específico donde la Llorona ahogó a sus hijos. Diferentes estados del país sitúan el evento en distintos ríos, lagos o incluso playas.
Un detalle interesante, aunque no sea una variación de la leyenda en sí, es la existencia de un lugar conocido como la tumba de La Llorona en la carretera que conecta Guanajuato con Dolores Hidalgo. Este sitio nació a mediados del siglo XIX, cuando los habitantes de la zona comenzaron a reportar los lamentos de una mujer. El temor se extendió rápidamente, y en 1913 las autoridades decidieron erigir un monumento en honor a este espectro, con la esperanza de apaciguar su alma. La tradición local sostiene que el cuerpo de la mujer descansa en Dolores Hidalgo, donde incluso fue visitado por emisarios del Vaticano para realizar un exorcismo y poner fin al sufrimiento que causaba su presencia.
Sin embargo, es importante destacar que, si bien la interpretación colonial de la leyenda es la más popular, muchos investigadores creen que ésta tiene raíces aún más antiguas, posiblemente vinculadas a creencias prehispánicas de las culturas mesoamericanas.
Cihuacóatl: La Mujer Serpiente Prehispánica
Nos trasladamos ahora a la antigua Tenochtitlán, en la época prehispánica. Los mexicas hablaban de una deidad femenina conocida como Cihuacóatl, cuyo nombre significa «mujer serpiente» o «serpiente hembra» en náhuatl. Esta deidad era la protectora de la tierra, la fertilidad y los partos, pero también estaba ligada a la muerte y al inframundo.
Según las crónicas de Fray Bernardino de Sahagún, Cihuacóatl era una figura profundamente venerada, respetada y temida. Sus apariciones cerca del lago de Texcoco se consideraban presagios de grandes tragedias para sus «hijos», es decir, su pueblo. Se decía que al aparecerse en el lago, se lamentaba con frases como «¿A dónde llevaré a mis hijos?». Este llanto, según los mexicas, no solo expresaba su dolor como madre, sino también el sufrimiento colectivo de un pueblo que enfrentaba una destrucción inminente.
Por ello, cuando Moctezuma y su gente escucharon los lamentos, lo consideraron como una advertencia del fin de su imperio. De hecho, la caída de Tenochtitlán a manos de los conquistadores fue vista como una de las catástrofes que esta diosa había anticipado con sus lamentos. En una de sus últimas apariciones, fue descrita como una figura blanca con el cabello largo y negro que arrastraba un vestido de tela, el cual parecía flotar justo por encima del lago. Su alarido, en esa ocasión particular, fue descrito por los testigos como lastimoso, hiriente y sobrecogedor.
Cihuacóatl también era la patrona de las cihuateteo, espíritus de mujeres que fallecían durante el parto. Estas almas, consideradas guerreras sagradas, regresaban en días específicos para vagar por las encrucijadas lanzando lamentos que podían ser letales para quienes los escuchaban, especialmente los niños. Las encrucijadas, por su espiritualidad, se convirtieron en lugares temidos y reverenciados, y el paso de las cihuateteo se marcaba con ofrendas para intentar apaciguar su furia.
Además de Cihuacóatl, otra figura prehispánica que ha sido relacionada con esta leyenda es Tlazoltéotl, una diosa conocida por su belleza y trágico destino. Según las creencias, Tlazoltéotl purgaba una pena por haber ahogado a sus hijos en un río. Sin embargo, esta figura poseía una característica muy espeluznante: si alguien la llegaba a mirar a los ojos, su rostro comenzaba a transformarse, cambiando al de un animal.
Si bien no existen pruebas concluyentes que confirmen que Tlazoltéotl o Cihuacóatl sean las primeras versiones de este espectro, los paralelismos entre estas figuras y su evolución en las creencias populares podrían ser un indicativo de que la leyenda tiene sus raíces en mitos prehispánicos.
Hasta ahora hemos explorado la versión más popular de la leyenda y sus posibles orígenes en México. Pero la historia no se detiene ahí. A lo largo de Latinoamérica, el espectro de una mujer que llora y busca a sus hijos perdidos se manifiesta con diferentes relatos, cada uno con su propio matiz, adaptado a la cultura y creencias de su región.
El Manto de Dolor: La Llorona en Latinoamérica
A continuación, emprenderemos un viaje por el continente para conocer estas versiones, destacando las diferencias con la versión mexicana, así como los cambios en su origen y las particularidades que las convierten en una historia única dentro de cada región.
La Llorona de Guatemala: El Precio del Estatus
En Guatemala, la leyenda de La Llorona es una de las más populares y comparte muchas similitudes con la versión mexicana. Se dice que su espíritu vaga por las noches lamentándose por sus hijos y apareciendo cerca de ríos o lagunas antes de desvanecerse. Sin embargo, su historia de origen es bastante distinta.
La versión más conocida cuenta que su nombre era María, una mujer criolla o mestiza de alto estatus que, a pesar de estar casada, sostenía un romance con un mozo de la hacienda. Fruto de esta relación nació un hijo, Juan de la Cruz, cuya existencia ponía en peligro su reputación. Temiendo el escándalo, María llevó al niño hasta un río y lo ahogó con sus propias manos.
Poco después, consumida por el remordimiento, ella se quitó la vida en el mismo lugar. Como castigo por sus actos, quedó condenada a vagar eternamente buscando al hijo que ella misma había eliminado. Desde entonces, su alma en pena recorre las calles y los cuerpos de agua de Guatemala, lamentándose con su inconfundible grito: «¡Ay, mis hijos!».
Se dice que si su lamento suena lejos, en realidad se encuentra cerca, y si parece próximo, significa que está lejos. Esta característica es muy interesante, pues se comparte con otra leyenda latinoamericana conocida como el Silbón, donde también se dice que si escuchas el silbido cerca, significa que la criatura está lejos y viceversa.
La Llorona de Honduras: Abandono y Desesperación
En Honduras, la leyenda de La Llorona se ha transmitido de generación en generación y presenta algunas variantes interesantes. Se le describe como una mujer alta y delgada, vestida de blanco, con una larga cabellera negra y un rostro cadavérico. Ella se aparece en ríos, quebradas y caminos solitarios, y su lamento cambia de una risa estridente a un llanto estremecedor en cuestión de segundos.
La versión más popular dice que fue una mujer humilde que quedó sola con sus tres hijos tras el abandono de su esposo, un hombre alcohólico y violento. Un día, este hombre regresó lleno de ira, causando terror en su familia. En medio de este caos, la mujer quedó inconsciente tras ser empujada por su esposo. Para cuando despertó, sus hijos se habían desaparecido.
Así, la chica pasó el resto de su vida buscándolos sin éxito y murió sumida en la tristeza. Desde entonces, su espíritu sigue vagando en su búsqueda. En otra versión, La Llorona fue una joven que, tras quedar embarazada fuera de matrimonio, decidió interrumpir su embarazo. Como castigo, su espíritu errante siguió escuchando el llanto del bebé, lo que la llevó a una locura absoluta.
La Llorona de Costa Rica y Panamá: Princesas y Traiciones
En Costa Rica y Panamá, la leyenda de La Llorona está profundamente ligada a los ríos y las cascadas. Una de sus versiones más antiguas la describe como una princesa indígena, hija de un rey huetar, quien quedó embarazada de un conquistador español. Su padre, al descubrir esto, arrojó al bebé por una catarata y condenó a la joven a vagar eternamente buscándolo. Desde entonces, viajeros aseguran escuchar sus lamentos en las noches más silenciosas.
En otra versión, se cuenta que era una madre que, presa de la locura o la desesperación, ahogó a su propio hijo en un río. Algunas narraciones la presentan como un espíritu inofensivo que solamente busca a su hijo, mientras que otras la describen como una entidad vengativa que ataca a todos a quienes confunde con su traidor.
En la mit Bribri y Cabécar de Costa Rica y Panamá, existen entidades llamadas Itsö, es decir, espíritus femeninos vinculados a ríos y montañas que emiten lamentos cuando un niño está a punto de morir. La palabra Itsö significa tanto «Llorona» como «Tulevieja», conectando así esta leyenda con otras figuras del folklore local.
La Llorona de Nicaragua: Sangre del Esclavo, Sangre del Verdugo
En Nicaragua, la leyenda varía en diferentes regiones. Una versión cuenta que La Llorona fue una indígena moyogalpa que se casó con un español y tuvo dos hijos, a pesar de las advertencias de su madre, quien le dijo: “No hay que mezclar la sangre del esclavo con la sangre del verdugo”. Sin embargo, al descubrir que su esposo la estaba engañando con otra mujer, la ira de esta chica la llevó a ahogar a sus propios hijos en el lago de Nicaragua.
Poco después, arrepentida, se quitó la vida en el mismo lugar, y desde entonces su espíritu vaga buscándolos. Otra versión, más similar a la mexicana, narra que fue una mujer indígena abandonada por un español. Devastada y avergonzada por el embarazo, ella arrojó al bebé al agua. Sin embargo, en la profundidad del río, su hijo gritó «¡Ay, madre!», y ese eco la persiguió hasta enloquecer. Hoy en día, muchos dicen escuchar su lamento tanto en las orillas de los ríos como en algunas lagunas dentro de este país.
La Llorona de Colombia: Un Lamento Aterrador
En Colombia, la historia de La Llorona presenta una de las versiones más aterradoras. Se cuenta que, tras acabar con la vida de su hijo recién nacido, ella lo abandonó cerca de un riachuelo, donde la corriente se llevó el cuerpo. Tras esto, su espíritu quedó atrapado en el mundo de los vivos como castigo, condenada a vagar por valles y montañas llorando por su propio crimen.
Pero a diferencia de otras versiones, en algunas regiones de Colombia se dice que La Llorona lleva a su hijo ya sin vida todavía entre los brazos, arrullándolo con una expresión de angustia y locura, mientras derrama encima de él lágrimas de sangre. Se le describe como una calavera aterradora, con cuencas vacías donde un par de bolas incandescentes pueden ser vistas girando constantemente. Su cabello es largo y negro, aunque en algunas versiones puede llegar a ser plateado o hasta dorado, y se cuenta que está infestado de insectos.
Se dice que La Llorona se aparece en caminos solitarios, ríos y cementerios, especialmente en noches de luna llena o el 31 de octubre. Algunos advierten que si alguien llega a mirarla a los ojos directamente, quedará atrapado en su poder y será torturado con sus gritos desgarradores.
La Llorona Venezolana: Robando la Infancia Perdida
En los Llanos venezolanos, la historia de La Llorona ha sido contada durante generaciones con elementos que la diferencian de otras versiones latinoamericanas. Aquí, su historia comienza con una joven enamorada de un soldado, quien la abandona al enterarse de su embarazo. Incapaz de cuidar a su hijo y desesperada por su llanto incesante, la mujer lo asfixia con sus propias manos.
Al darse cuenta del crimen que cometió, ella comienza a llorar con tanto dolor que los vecinos la encuentran sumida en la desesperación, pero también la maldicen. Ella escapa al Llano, donde finalmente fallece, convertida en un espectro errante. Desde entonces, su espíritu deambula por los campos, apareciendo en ríos y caminos muy oscuros.
Se le describe como una mujer alta, vestida de blanco, con una capa negra encima y una capucha, que está cargando a un bebé en brazos. Su lamento es tan aterrador que quienes lo escuchan sienten un frío sobrenatural y una angustia inexplicable que tarda mucho tiempo en abandonarlos. Un detalle importante de la versión venezolana es que La Llorona no solamente está buscando a su hijo, sino que también roba a los niños pequeños que encuentra solos, tratando así de sustituir al bebé que ella perdió. El mito de La Llorona todavía se encuentra muy vivo en Venezuela, narrado como una advertencia para los niños y también formando parte del vasto folklore de este país.
La Llorona de Ecuador: En Busca del Dedito Perdido
En Ecuador, La leyenda de la Llorona conserva elementos clásicos de la historia, pero con una variación muy escalofriante que la distingue de otras versiones. Su castigo no termina con el lamento, sino que ella busca venganza de una manera bastante inquietante.
Según el relato más extendido, se trató de una joven madre soltera que, temiendo el rechazo de su familia, arrojó a su bebé a un río para ocultar su vergüenza. Pero en el momento en que lo hizo, sintió un terror indescriptible y trató de salvar al niño, pero la corriente ya se lo había llevado. Desde entonces, su espíritu errante vaga por las orillas de los ríos, llorando y repitiendo sin cesar: «Aquí lo dejé, aquí lo maté, aquí lo he de hallar».
Pero existe otro detalle macabro en la versión ecuatoriana: se dice que cuando la madre finalmente encontró el cuerpo de su hijo, descubrió que a éste le faltaba el dedo meñique. Por eso, en su condena eterna no solamente busca a su hijo, sino que ataca a quienes se cruzan en su camino, cortándoles este dedo como una especie de venganza.
Algunos relatos la describen como una presencia inofensiva que simplemente está buscando a su bebé, pero en la mayoría de versiones su aparición es un mal presagio, capaz de enfrentar a las personas y traerles enfermedades y desgracias, o provocar la muerte de aquellos que pueden escucharla. Su imagen además es muy inquietante: una figura esbelta, alta, vestida de blanco, con el rostro cubierto y que flota en el aire sin tocar en ningún momento el suelo. Su llanto no solamente atemoriza a quienes lo escuchan, sino que incluso los animales, como los perros, enloquecen y aullan desesperadamente cuando sienten su presencia.
Este mito ha servido como una advertencia para que los niños no se acerquen a los ríos. Pero más allá de ser solo una historia, hay quienes juran haberla visto y aseguran que su lamento sigue resonando en las noches más oscuras, cuando el río le niega ese descanso eterno que jamás va a encontrar.
La Llorona de Perú: Guardiana de la Muerte
En Perú, la leyenda de La Llorona ha evolucionado con una particularidad que la diferencia de las versiones de otros países. No solamente es el alma en pena de una madre que perdió a su hijo, sino que su presencia es un anuncio de muerte.
Este relato se ha transmitido durante generaciones, sobre todo en la costa norte y la sierra peruana. Se dice que su lamento lúgubre no es un simple llanto de tristeza, sino una advertencia: aquellos que la escuchan están a punto de perder a un ser querido muy cercano a ellos. Por esta razón, muchos peruanos evitan pasar cerca de ríos o antiguas huacas cuando cae la noche, pues el espectro se manifiesta normalmente en este tipo de lugares.
Existen varias versiones de la historia. Una de las más populares cuenta que, en la época de la conquista, una mujer indígena se enamoró de un español y quedó embarazada. Pero al verse abandonada, presa de la desesperación, ahogó a su bebé en el río Rímac. Pero en cuanto lo hizo, sintió un dolor insoportable y, llena de arrepentimiento, se lanzó a las aguas para salvarlo, pero no lo logró. Y Desde entonces, su espíritu vaga por la ciudad de Lima, en especial por el río Rímac y el Cerro San Cristóbal, donde lanza ese inconfundible lamento: “¿Dónde está mi hijo?”.
Algunos relatos la vinculan con creencias andinas más antiguas, como la figura de la Mamacocha, una deidad del agua relacionada con la fertilidad y la naturaleza. Esto refuerza la idea de que La Llorona puede ser una especie de fusión entre mitos indígenas y creencias traídas por los españoles.
En Lima, también hay versiones que la ubican en el Puente de los Suspiros, donde dicen que se aparece en las noches de neblina, llorando con una tristeza que paraliza a todos aquellos que la ven y escuchan. A diferencia de otras variantes, en Perú La Llorona no solo busca a su hijo, sino que su aparición presagia la muerte de una persona. Su historia ha sido utilizada como advertencia para evitar los lugares abandonados, y hay quienes afirman que sus lamentos todavía se escuchan en los callejones más antiguos de la capital de este país.
La Llorona de Argentina: Un Espectro Vengador
En Argentina, la leyenda de La Llorona es una de las historias más extendidas dentro del folklore nacional. Su historia es similar a la de otros países latinoamericanos, pero con un giro bastante particular: se le describe como un espíritu vengador.
La versión más conocida cuenta que una mujer, tras ser traicionada por su esposo, entró en un estado de locura y le quitó la vida a sus propios hijos. Presa del arrepentimiento, terminó también acabando con su propia vida. Sin embargo, la muerte no le quiso otorgar el descanso eterno, y así su espíritu quedó atrapado en este mundo, condenado a buscar eternamente a sus hijos y también a castigar a todos aquellos que la desafían.
A diferencia de otras versiones, en Argentina se cree que La Llorona no solamente llora por sus hijos, sino que también ataca a todos los desprevenidos. Sus gritos se escuchan en caminos rurales y ríos, y se dice que su aparición está asociada a la mala suerte.
Hay provincias donde se cuenta que persigue a los trasnochadores, pues si un hombre regresa tarde a casa después de una noche de fiesta, puede que se encuentre con una mujer vestida de blanco en el camino. Y si tiene la mala idea de acercarse a ella o mirarla, ella saltará sobre su caballo o sobre su espalda, abrazándolo con fuerza hasta congelarlo de terror. Hay relatos también en los que se dice que esta maldición incluso puede llegar a causarle la muerte.
Uno de los lugares más emblemáticos donde se ha reportado la presencia de este espíritu es el Camino Real, una ruta histórica donde, según los lugareños, La Llorona se aparece en noches de luna llena, llorando y llamando a sus hijos. También existen testimonios de avistamientos en Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe. En Santa Fe, por ejemplo, su historia se ha vuelto parte del imaginario urbano: se dice que su llanto se escucha con frecuencia en los barrios antiguos, y hay quienes afirman que corre sobre los techos de las casas cuando nadie la está viendo, aunque los escépticos aseguran que solamente se trata de animales como gatos. Muchos vecinos han relatado experiencias aterradoras con esta extraña figura espectral. A diferencia de otras versiones, en Argentina La Llorona no solamente es un alma en pena, sino una entidad que está activamente buscando lastimar a los demás.
La Llorona de Chile: Un Presagio de Muerte
En Chile, la leyenda de La Llorona tiene una interpretación distinta a otros países. En lugar de ser solo un alma en pena que busca a sus hijos, su presencia está ligada con lo que hay después de la muerte. Se dice que La Llorona aparece cada vez que alguien está por morir, siendo visible solo para ciertas personas: los niños, los machis (es decir, chamanes mapuches) y también algunos animales, especialmente los perros que aullan de forma lastimera cuando ella se está manifestando.
Hay versiones donde se la describe como un alma compasiva, cuyo propósito es compartir el dolor con las familias de los fallecidos para así tratar de aliviar su sufrimiento. Sus pasos marcan el camino que el alma del difunto debe seguir hasta el más allá, y sus lágrimas forman un charco en la tierra, indicando el lugar exacto donde debe abrirse la fosa.
Sin embargo, hay versiones que la presentan de una manera más siniestra, con relatos que aseguran que su verdadera intención
es llevarse a los niños enfermos o moribundos, arrebatándoles de este mundo para llenar así el vacío dejado por la pérdida de sus propios hijos.
En el sur de Chile, especialmente en la isla de Chiloé, La Llorona es conocida como la Pucuyén, un espíritu femenino de origen mapuche cuyo nombre proviene de la palabra «cuyén» o «lágrima». Sin embargo, de ella hablaremos un poco más adelante.
A diferencia de la versión mexicana o centroamericana, La Llorona chilena no está condenada a vagar por la eternidad en busca de sus hijos, sino que parece tener un propósito claro dentro del ciclo de la vida y de la muerte. Su lamento, si bien es un presagio de tragedia, también muchos aseguran que escucharla significa que la persona que va a fallecer va a encontrar un camino seguro hacia el más allá.
La Llorona de Uruguay: El Parque Rivera y el Dolor Eterno
En Uruguay, la leyenda de La Llorona se centra en un único lugar específico: el Parque Rivera en Montevideo. A diferencia de otras versiones en las que su espíritu aparece en múltiples regiones, en esta variante de la historia ella está completamente ligada a este sitio.
Existen varias versiones sobre el origen, pero todas coinciden en que es el fantasma de una mujer que vaga por el parque y la laguna, llorando desconsoladamente. Una de las historias más conocidas cuenta que una familia estaba disfrutando un día de picnic nocturno en el parque, cuando ocurrió una tragedia. Mientras el padre estaba dirigiéndose al auto, unos ladrones lo sorprendieron y le quitaron la vida brutalmente. La madre, al encontrarlo muerto, corrió desesperada por sus hijos, pero los encontró en el lago flotando ya sin vida.
Devastada, se internó en el parque llorando de forma desgarradora, hasta que el dolor la consumió por completo y perdió la vida en ese mismo lugar. Desde entonces, su espíritu quedó atrapado en el Parque Rivera, apareciéndose a quienes deambulan por el área en altas horas de la noche. Otra versión cuenta que La Llorona era una joven madre soltera que, poco antes de su boda, llevó a su bebé al parque y lo dejó cerca del lago. Pero el niño desapareció en el agua, y consumida por el dolor, terminó arrojándose también al lago. Desde entonces, se dice que su espíritu aparece vestida de novia, vagando por el parque y buscando a su bebé.
Hay otras versiones en las que la historia ni siquiera involucra a niños. Un relato alternativo asegura que La Llorona y su esposo fueron asesinados por ladrones, y sus cuerpos fueron arrojados a ese mismo lago, y desde ese día, cada nueve de cada mes, se escuchan lamentos extraños y llantos en el Parque Rivera, justo en el lugar donde los cuerpos de la pareja fueron encontrados.
Los testigos describen a esta entidad como una mujer alta, vestida con una túnica blanca, con el cabello largo, suelto y enmarañado. Pero lo que más la distingue es su llanto aterrador que, en las noches serenas, resuena de una forma desgarradora. Algunos creen que se aparece para advertir de desgracias, mientras que otros aseguran que busca venganza o que simplemente es un alma que sigue atrapada en ciclo eterno de sufrimiento.
Soy consciente de que algunos notarán que en este listado se omitieron algunas regiones donde también se habla de La Llorona. Lo cierto es que, en muchos de estos países, las diferencias con otras versiones de la leyenda son realmente mínimas. Los cambios suelen ser detalles más superficiales, como el lugar donde el espectro aparece o el nombre que tuvo la mujer cuando estaba viva. Pero en esencia, el mito es el mismo. Por eso, para evitar repetir demasiado la misma historia, nos centramos únicamente en las versiones que tenían diferencias más claras.
Más allá de La Llorona: Espectros Femeninos en el Mundo
Como mencioné al inicio, en diferentes partes del mundo, incluyendo América, existen otras figuras espectrales con historias sorprendentemente similares: mujeres condenadas a vagar por la eternidad llorando por una tragedia. Algunas buscan venganza, otras solo quieren castigar a los vivos, y unas pocas solo parecen existir para recordar el eterno sufrimiento que están pasando. A continuación, exploraremos esas historias que, sin ser La Llorona, son leyendas muy similares.
La Ploranera: El Dolor de la Guerra Civil Española
Cruzamos el mar Atlántico para llegar hasta España, donde, tal vez para sorpresa de muchos, la historia de La Llorona también ha encontrado un lugar en el imaginario colectivo. La versión más extendida cuenta la historia de una princesa inca que viajó con los conquistadores y se enamoró de un noble español. Al quedar embarazada, la sociedad lo rechazó, y él, temeroso por su reputación, abandonó a la mujer y se casó con una aristócrata. Desesperada, la mujer ahogó a su hijo en un río, pero el remordimiento la llevó a quitarse la vida. Desde entonces, su espíritu errante recorre los ríos y las calles de España, vestida de blanco y con ese inconfundible llanto, apareciendo al atardecer y desvaneciéndose con el amanecer.
Sin embargo, esta leyenda suele estar relacionada o directamente entremezclada con la de otra entidad: La Ploranera. Al menos en algunas zonas como Cataluña, Baleares y Valencia. Ahí la historia cambia: La Llorona es conocida como La Ploranera, y su historia se sitúa en tiempos más recientes, durante la Guerra Civil Española.
Se dice que una mujer gitana se enamoró de un hombre inglés de gran riqueza, con quien tuvo varios hijos. Por años, esperó con ansias su regreso de los largos viajes que este realizaba, pero un día descubrió una amarga verdad: el inglés se había casado con una mujer de la alta sociedad que no podía tener hijos, y lo peor de todo, ¡había ordenado que los suyos le fueran arreba
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