
DEMONIO ENCAJONADO: ¿Prueba Definitiva de Objetos Malditos?
Foto de Rene Terp en Pexels
Ecos de lo Desconocido: Levitación, Cajas Malditas y Entidades que Nos Observan
El universo del misterio es un vasto océano de preguntas sin respuesta, un lienzo donde lo inexplicable pinta sus más extrañas obras. Desde los confines del espacio hasta el rincón más oscuro de un sótano, las anomalías acechan, desafiando nuestra comprensión de la realidad. Imaginen por un momento: el 31 de agosto de 2024, un astronauta escucha un sonido pulsante dentro de su nave. En otro lugar, un objeto cósmico llamado 3I/Atlas muestra un comportamiento que desafía las leyes de la física, deteniéndose por completo durante seis horas, como si observara, como si escuchara. No viene solo. La NASA activa su programa de defensa planetaria, preparándose para un posible intento de comunicación en marzo de 2026. ¿Qué pasaría si al apuntar nuestros instrumentos, escucháramos una voz? Si está hablando, lo vamos a escuchar. Y si lo escuchamos, lo vamos a traducir.
Estos no son meros fragmentos de ficción; son los susurros de una realidad mucho más extraña de lo que nos atrevemos a admitir. Son los ecos que resuenan en los pasillos de Blogmisterio, donde nos sumergimos en los fenómenos paranormales, el enigma no humano, la brujería y los objetos que parecen tener una voluntad propia. Prepárense para un viaje a través de casos que los sorprenderán, que desafiarán su escepticismo y los dejarán con la inquietante sensación de que no estamos solos, y que las leyes que creemos inmutables, quizás, solo son sugerencias.
Parte I: Desafiando la Gravedad – El Misterio de la Levitación
La levitación, la capacidad de un cuerpo humano para flotar y mantenerse suspendido en el aire en contra de las leyes de la gravedad, ha sido durante siglos uno de los fenómenos más fascinantes y controvertidos. Aunque a menudo relegado al ámbito de la ilusión o el fervor religioso, existen casos documentados que, como mínimo, nos obligan a cuestionar lo que creemos posible.
El Santo Volador: San José de Cupertino
La mayoría de los casos de levitación que la historia considera «reales» provienen, curiosamente, de la Iglesia Católica. La figura más emblemática es, sin duda, San José de Cupertino. Nacido en 1603 en un humilde establo, este fraile franciscano italiano se hizo famoso por sus levitaciones involuntarias, que ocurrían durante profundos estados de éxtasis religioso.
Su vida estuvo marcada por una disciplina ascética extrema. Realizaba ayunos de cuarenta días, siete veces al año, sumando un total de 280 días de ayuno anual. Esta práctica, según los relatos, lo llevaba a un estado alterado de conciencia en el que no solo levitaba, sino que también afirmaba poder comunicarse con los animales, entendiendo sus pensamientos y transmitiéndoles los suyos.
Durante más de dos décadas, sus levitaciones se volvieron más frecuentes y pronunciadas. Los testigos, que iban desde feligreses comunes hasta altos cargos eclesiásticos, quedaban atónitos. Se cuenta que, en medio de una conversación, la gente pasaba de mirarlo a los ojos a alzar la vista, pues José se encontraba flotando a dos metros del suelo. Estos episodios no se limitaban a la privacidad de un convento; ocurrieron durante misas, oraciones y, según los registros, levitó en al menos dos ocasiones frente al Papa Urbano VIII.
A pesar de las inevitables acusaciones de herejía, su condición de hombre y su evidente devoción lo protegieron de un destino más oscuro. Tras su muerte, la Iglesia lo canonizó en 1767, y en una extraña ironía del destino, este hombre que flotaba por la fe se convirtió en el santo patrón de los aviadores y los viajes aéreos, siglos antes de que estos existieran.
La Duda Fotográfica: Colin Evans y el Truco en la Oscuridad
Avanzando en el tiempo, llegamos a la era de la fotografía, una herramienta que prometía capturar la verdad objetiva. En la década de 1930, un médium espiritista galés llamado Colin Evans afirmó poder levitar. A diferencia de San José de Cupertino, de Evans sí tenemos evidencia fotográfica.
En una sesión celebrada en 1937 en Londres, Evans reunió a un grupo de personas en un círculo, tomados de las manos. La habitación estaba en completa oscuridad, una condición que, según él, era indispensable para que el fenómeno ocurriera. Evans sostenía en su mano un artilugio con un cable, un disparador remoto para una cámara con flash. En medio de la sesión, supuestamente, él levitaba y, en el clímax del ascenso, presionaba el botón, capturando la imagen para la posteridad.
Sin embargo, un análisis detenido de las fotografías revela inconsistencias. La ropa de Evans, tanto el saco como el pantalón, parece estar tirada hacia arriba, como si una fuerza externa lo estuviera jalando, en lugar de caer naturalmente por la gravedad. Sus pies a menudo se ven en posiciones que sugieren un salto. La conclusión a la que llegaron los investigadores escépticos es simple y brillante en su sencillez: en la oscuridad total, Evans simplemente saltaba en el aire y se tomaba la foto en el punto más alto de su brinco. Un fraude ingenioso, pero un fraude al fin y al cabo.
El Yogi Inexplicable: La Proeza de Subbayah Pullavar
No toda levitación captada en cámara es tan fácil de descartar. El 6 de junio de 1936, en la India, el yogi Subbayah Pullavar realizó un acto que dejó perplejos a unos 150 testigos, incluido el fotógrafo P.T. Plunkett del periódico Illustrated London News.
El acto comenzó con un ritual. Los asistentes del yogi montaron una pequeña tienda de campaña. Pullavar salió, trazó un círculo de agua alrededor del perímetro y pidió a los observadores que no usaran zapatos dentro del círculo. Luego, regresó a la tienda para meditar. Minutos después, los asistentes retiraron la lona, revelando una escena increíble: el yogi flotaba horizontalmente, a un metro del suelo, con una mano apoyada ligeramente sobre un bastón cubierto de tela.
Permaneció en esa posición, completamente inmóvil, durante cuatro minutos. Los testigos comprobaron que no había cuerdas, ni soportes visibles, ni estructuras ocultas. La primera reacción, al ver el bastón, es gritar «¡fraude!». Es un truco conocido por los artistas callejeros, donde una estructura metálica oculta bajo la ropa y a través del bastón sostiene al ilusionista.
Pero aquí es donde la historia da un giro. Al final de los cuatro minutos, el yogi comenzó a descender lentamente, sin soltar el bastón, hasta que su cuerpo tocó el suelo. Su cuerpo estaba rígido como una piedra; los testigos intentaron mover sus extremidades y fue imposible. Tras ser masajeado por sus asistentes para salir del trance, Pullavar abrió los ojos. Cuando el periodista le acusó de usar el bastón como truco, el yogi, con una calma desconcertante, pidió a sus asistentes que retiraran la tela.
Era un simple bastón de madera. No había estructura. No había soporte.
El truco no era la levitación sobrenatural, sino algo quizás aún más increíble: un control absoluto de la mente sobre el cuerpo. Lo que los testigos presenciaron fue una demostración de fuerza y equilibrio que desafía los límites humanos, una proeza física tan extraordinaria que, para el ojo no entrenado, parecía magia. No era levitación en el sentido paranormal, pero era, sin duda, un fenómeno asombroso.
El Caos Espiritista: La Levitación de Objetos de Francesco Carancini
Nuestro último caso nos lleva a Roma, en 1908. Francesco Carancini, un médium físico italiano, no solo afirmaba levitar él mismo, sino que los objetos a su alrededor cobraban vida propia. Durante sus sesiones, mesas pesadas se elevaban en el aire, instrumentos musicales flotaban y se tocaban solos, y a veces, incluso los asistentes sentían que se despegaban de sus sillas.
Harto de las acusaciones de fraude, Carancini se sometió a rigurosas pruebas por parte de médicos y científicos escépticos. Lo amarraron a una silla para asegurarse de que no pudiera usar ni sus manos ni sus pies. Trajeron una mesa tan pesada que un solo hombre no podría levantarla. Y aun así, en medio de la sesión, la mesa se elevó y se estrelló contra una pared. Las fotografías de la época documentan estos eventos caóticos: mesas flotando por encima de las cabezas de los participantes mientras estos siguen tomados de las manos, incapaces de haberla movido.
Los investigadores más serios de la época, a pesar de sus intentos, no pudieron encontrar explicación alguna. No había hilos, ni mecanismos ocultos. Los fenómenos ocurrían tanto a la luz como en la oscuridad. El investigador Bernhard von Erhard, frustrado por los escépticos que desacreditaban el caso sin haberlo presenciado, declaró tajantemente: «Aquellos que culpan a Carancini de haber cometido un fraude y se dicen investigadores, no estuvieron ahí, no lo estudiaron y si aún así se atreven a decir que era un fraude, es por la única razón de que son unos absolutos imbéciles». El caso de Carancini permanece como un expediente abierto, un recordatorio de que a veces, el misterio se niega a ser explicado.
Parte II: La Energía Impresa en los Objetos
No todos los misterios flotan en el aire. Algunos residen en el silencio de los objetos, en artefactos que han absorbido las emociones, intenciones e incluso las entidades de su entorno. Un objeto puede estar «maldito» o cargado energéticamente de distintas maneras.
- Contagio Energético (Carga Pasiva): Es el caso de un amuleto. Un anillo que perteneció a una abuela querida no es mágico por sí mismo, sino por la carga emocional y la intención que le hemos depositado. La emoción es energía en movimiento; es nuestra fe la que le da poder.
- Programación Ritual (Carga Activa): Aquí interviene la intención deliberada. Un objeto es tomado y, a través de un rito, se le impregna un comando, un propósito. Se trabaja con deidades, se realizan pactos, se busca un resultado específico, ya sea de dominio, protección o daño. Estos objetos, como los fetiches de brujería, son contenedores de una energía activa y dirigida.
- Objeto Testigo: Un objeto presente durante un evento traumático —un sacrificio, un crimen, un ritual oscuro— puede absorber la energía residual de ese suceso, convirtiéndose en un eco perpetuo del horror que presenció.
Un ejemplo fascinante de un objeto programado ritualmente es la llamada «Trampa de Jinn» (Jinn Trap). Utilizada en el Medio Oriente, es comúnmente un cuenco de cobre grabado con un texto en espiral que contiene nombres de Alá, frases de contención y nombres de profetas. El cobre, un metal conductor, es clave. El propósito de este objeto es cuádruple: atraer, canalizar, sellar y mantener. Se coloca fuera de una casa para atraer a una entidad no deseada, atraparla dentro del cuenco y contener su energía. Según estas creencias, destruir el objeto es peligroso, pues liberaría a la entidad. Es un contenedor que debe ser respetado.
Curiosamente, esta forma —un disco con información codificada en espiral— resuena con otros misterios. Pensemos en el famoso crop circle que apareció como respuesta al mensaje de Arecibo. Junto a la figura de un ser de tipo «gris», había un disco con información en código binario. La similitud en la forma de presentar información contenida en un círculo es, como mínimo, intrigante. ¿Es solo una coincidencia o una forma universal de encapsular datos y energía?
El Tarot como Herramienta de Diagnóstico Energético
Si los objetos pueden contener historias y energías, ¿cómo podemos descifrarlas? Más allá de la videncia natural, existen herramientas esotéricas diseñadas para «leer» estas energías. El Tarot, a menudo malinterpretado como un simple método de adivinación, puede funcionar como una poderosa herramienta de diagnóstico. A través de sus arquetipos, puede revelar la naturaleza, el origen y el propósito de la energía contenida en un objeto.
Caso de Estudio 1: El Generador de Portales
Se presenta un objeto metálico, un generador de energía diseñado para, supuestamente, facilitar el contacto entre mundos. Una lectura de Tarot revela lo siguiente:
- Energía que contiene: Una sota de copas invertida. Esto habla de inmadurez emocional, de un capricho o un berrinche. La motivación no es un gran propósito cósmico, sino un deseo personal.
- Origen de la energía: Un ocho de espadas. Proviene de un lugar de frustración, de sentirse atrapado o limitado, de una herida emocional no resuelta.
- Efecto en la realidad: Una sota de bastos. Proporciona una sensación de poder, pero leve. Un control sobre un área pequeña de la vida, ligada a lo creativo o a la pasión personal.
El diagnóstico del Tarot fue asombrosamente preciso. El dueño del objeto confirmó que lo utiliza por un «capricho» personal nacido de la frustración de no tener contacto con lo no humano, buscando obtener una sensación de control en su búsqueda.
Caso de Estudio 2: El Hueso del Nahual
Se analiza un hueso de apariencia antigua, perteneciente a un mamífero. La leyenda dice que es el resto de un nahual, un chamán con la capacidad de transformarse en animal.
- Energía que contiene: El Juicio invertido. Habla de conectar con el pasado, con los ancestros, casi literalmente «resucitar a los muertos» en un sentido de contacto espiritual. Se relaciona con un sistema familiar o un linaje.
- Origen de la energía: Un dos de bastos. Proviene de alguien con poder y conocimiento, que «tenía el mundo en sus manos», una energía de generaciones.
- Efecto en la realidad: Los Enamorados. Esta carta representa la dualidad, la toma de decisiones, la unión de dos naturalezas. En este contexto, resuena directamente con la leyenda del nahual: la dualidad entre el hombre y la bestia. La lectura sugiere que el objeto sirve para artes adivinatorias, para buscar claridad a través de la conexión con ese poder dual.
El análisis nuevamente encaja. El hueso proviene de la leyenda de dos seres transmutando, una conexión ancestral y un poder chamánico basado en la dualidad.
Caso de Estudio 3: El Muñeco Contenedor
Finalmente, se presenta un muñeco de aspecto antiguo, sobre el cual se intuye que no es un simple juguete.
- Identidad: Siete de copas invertido. No tiene un solo propósito. Tiene muchas energías, muchas misiones, es un objeto multifacético y complejo.
- Origen: La Reina de Bastos. Fue creado o cargado por una mujer de energía fuerte, poderosa, creativa y con un profundo conocimiento de su propia magia.
- Primer evento: Cuatro de copas. Al principio, fue ignorado o rechazado. La energía o la oferta que presentó no fue tomada en cuenta, generando una sensación de escepticismo a su alrededor.
- Emoción detrás: Ocho de bastos invertido. Incertidumbre. No hay un propósito claro y definido. Se le han cargado distintas peticiones, pero no tiene una directriz única.
- Relación con su dueño: Cuatro de bastos invertido. Una relación de exceso. Puede traer cosas buenas, pero con una tendencia a desbordarse, a ir más allá de los límites.
- Qué necesita: El Sol. Respeto, reconocimiento. Ser tratado con cuidado espiritual. Si no se le molesta, no molesta. Necesita una figura paternal clara en su realidad.
- Mensaje final: La Justicia. No es inherentemente bueno ni malo. Es un arma poderosa que actúa según la intención con la que se utilice. La balanza se inclinará hacia el lado que su portador decida.
Una vez más, la lectura fue certera. El muñeco había sido intencionadamente cargado por una practicante de magia (la «Reina de Bastos») a petición de su actual dueño. Inmediatamente después de recibirlo, el dueño se fue de viaje, «ignorándolo» (el «Cuatro de Copas»). No se le dio una función específica, solo la de contener una entidad (la «incertidumbre»). El muñeco, llamado Dave, no tiene una intención maligna, pero sí exige respeto.
Parte III: La Caja Dybbuk – El Mal Contenido
De todos los objetos malditos de la historia reciente, pocos tienen una reputación tan siniestra como la Caja Dybbuk. Su leyenda no nació en un castillo en ruinas, sino en un lugar mucho más moderno e inesperado: eBay.
Un Dybbuk, en el folclore judío, es un espíritu malévolo, el alma de un pecador que, en lugar de pasar al otro mundo, se adhiere a una persona viva o a un objeto, alimentándose de su energía y causando estragos. Solo un rabino experto, a través de rituales específicos que a menudo incluyen el uso del shofar (un cuerno de carnero), puede intentar expulsarlo.
La historia de la caja comienza a principios de los 2000, cuando Kevin Mannis, un restaurador de muebles, la compró en una venta de garage en Portland. Era una pequeña vinoteca de madera, sellada con cera y cerrada con un candado antiguo. La vendedora, visiblemente perturbada, le contó su historia. La caja había pertenecido a su abuela, una sobreviviente del Holocausto que había vivido hasta los 106 años. La única petición de la anciana antes de morir fue que la enterraran con esa caja. La familia, considerando la petición extraña, se negó. «Nunca la abran», les había advertido.
Mannis, movido por la curiosidad, se llevó la caja a su taller y la abrió. Dentro encontró dos mechones de cabello (uno rubio y uno castaño), una pequeña copa, un candelero, dos peniques de 1920 y una losa de granito con la palabra «Shalom» (paz) grabada. Decidió restaurarla para regalársela a su madre.
Ese fue el primer error. Poco después de abrirla, recibió una llamada frenética de su empleada. En la tienda se escuchaban golpes y cristales rompiéndose. Cuando Mannis llegó, encontró todos los focos reventados y a su empleada en estado de shock, escondida bajo un escritorio. La mujer renunció y nunca más quiso hablar del tema.
El día del cumpleaños de su madre, le entregó la caja como regalo. Mientras él atendía una llamada, su madre la abrió. Mannis la encontró paralizada, con la mirada fija en la caja, sufriendo un derrame cerebral. Sus únicas palabras repetidas fueron: «No regalo».
La caja comenzó a circular entre su familia, pero todos se la devolvían, alegando que emanaba una oscuridad palpable y que sufrían pesadillas recurrentes con una anciana horrible. Desesperado, Mannis la puso a la venta en eBay, contando toda la historia y advirtiendo que el comprador debería tener conocimientos de la religión judeocristiana.
Unos estudiantes de Misuri la compraron como una broma. Pronto, empezaron a experimentar los mismos fenómenos: focos que explotaban, olores fétidos que se alternaban con aromas de jazmín y, lo más alarmante, comenzaron a perder el cabello a mechones. Asustados, la vendieron de nuevo.
El siguiente dueño fue Jason Haxton, director de un museo de medicina. Él y su familia sufrieron enfermedades, y sus hijos veían la aparición de una anciana rondando la casa. Haxton, finalmente convencido, buscó la ayuda de rabinos. Fueron ellos quienes identificaron la entidad como un Dybbuk y realizaron un complejo ritual para sellar la caja de nuevo, esta vez dentro de un arca recubierta de oro.
La historia se hizo tan famosa que inspiró la película de 2012 «The Possession». Actualmente, la caja se encuentra en el museo de lo macabro de Zak Bagans en Las Vegas. Pero la leyenda no termina ahí. En 2018, el rapero Post Malone visitó el museo. Hay un video donde Bagans abre la vitrina protectora de la caja y, en un gesto juguetón, toca el hombro de Malone.
En las semanas siguientes, Post Malone vivió una cadena de eventos desafortunados casi fatales: su avión privado tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia, sufrió un grave accidente automovilístico y su casa fue asaltada por hombres armados. ¿Coincidencia? Él mismo atribuyó su mala racha al breve contacto indirecto con la Caja Dybbuk.
El análisis de los objetos dentro de la caja sugiere una intención mágica poderosa. La copa (representando la sangre en la tradición judeocristiana), los mechones de cabello (testigos de ADN), la losa de granito que podría ser de una tumba. Es probable que la abuela no fuera una simple víctima, sino una practicante que logró contener a esta poderosa entidad, quizás en un pacto para sobrevivir al horror que vivió, y por eso vivió 106 años. Su última voluntad no era un capricho, sino una advertencia: el contenedor debía irse con su creadora. Una advertencia que fue ignorada, desatando una cadena de desgracias que continúa hasta hoy.
Parte IV: Vislumbres de lo Anómalo – Archivos de Evidencia
Más allá de las grandes leyendas, el mundo del misterio está lleno de pequeños destellos, de momentos capturados que desafían la lógica.
- El Oso que Observaba: El monitor de un bebé muestra a una niña durmiendo plácidamente junto a un osito de peluche. De repente, la temperatura de la habitación desciende. En la pantalla, la cabeza del oso gira lentamente, mirando directamente a la cámara, como si supiera que alguien lo observa.
- El Muñeco de McAllen: En una conocida casa del terror en Texas, una empleada limpia cerca de una vitrina de muñecos. Uno de ellos, sin ningún mecanismo interno, gira bruscamente la cabeza. Ella se detiene, incrédula. El muñeco vuelve a moverse. La mujer, aterrorizada, huye del lugar.
- La Escuela en Penumbra: Dos estudiantes entran a su escuela de noche en Perú. De repente, las luces de un aula parpadean frenéticamente, las puertas se abren solas y las sillas comienzan a arrastrarse por el suelo con un estruendo ensordecedor, como si una fuerza invisible estuviera desatando el caos.
- La Entidad en la Reja: En una noche oscura en Italia, un perro ladra desesperadamente hacia una vieja reja. De entre las sombras, una figura alta, deforme y pálida, similar a las descripciones de un Skinwalker, se asoma lentamente. La criatura emite un grito desgarrador mientras el perro, temblando, no deja de ladrar.
El Último Relato: La Niña que Contaba Demonios
Para concluir este viaje, una historia. Una que nos recuerda que a veces, el horror no está en un objeto o en un lugar lejano, sino en la percepción de quienes nos rodean.
Mony tenía siete años, y veía cosas que los demás no. No eran fantasmas ni sombras. Eran demonios. Figuras retorcidas, hechas de huesos rotos, adheridas a las espaldas de ciertas personas. Aprendió rápido una lección terrible: cada vez que veía uno, algo oscuro estaba a punto de suceder.
Caminaba por la calle de la mano de su madre, contando en silencio. «Uno, dos, tres, cuatro…». Días después, esas mismas personas aparecían en las noticias. Un hombre que atacó a su familia. Un vecino que desapareció. Una mujer que se hizo daño a sí misma. Mony lo sabía antes que nadie, pero guardaba silencio. ¿Quién le creería?
Una mañana, se despertó con una sensación de que algo iba a ocurrir. La casa estaba demasiado silenciosa. Fue a la cocina y encontró a su madre de espaldas, preparando el desayuno. Mony se frotó los ojos. Empezaba a ver algo. Cuando su madre se giró, Mony lo vio claramente. Algo delgado, torcido, respiraba sobre el hombro de su madre, pegado a su cuello.
El estómago de la niña se contrajo. Su madre la miró, sonrió y abrió un cajón. Pero no sacó una cuchara. Sacó un objeto filoso.
«Buenos días, cariño», dijo.
Mony retrocedió, el terror paralizándola. Y las últimas palabras que pronunció, las que nunca imaginó decir dentro de su propia casa, fueron:
«Uno».