OVNIs esféricos y cilíndricos: ¿engaño o tecnología extraterrestre?

OVNIs esféricos y cilíndricos: ¿engaño o tecnología extraterrestre?

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Foto de David Selbert en Pexels

Las Esferas y los Cilindros: Ecos de una Tecnología Imposible

Nunca pensé que algo tan simple pudiera arruinarme la vida. Fue en abril de 1974 cuando el incendio arrasó Fort George Island. Mi familia y yo recorríamos la zona para ver los daños cuando la encontramos. Una esfera metálica de unos 20 cm, brillante, intacta entre las cenizas. La cargué como un trofeo, convencido de que sería un adorno curioso para la casa. Al principio no vimos nada extraño. Era solo una esfera pesada, sin soldaduras, como si hubiera sido forjada en una sola pieza. Era casi perfecta, salvo por la marca de un triángulo dibujada en su superficie. Pero pronto comenzó a comportarse de manera imposible. Cuando la empujábamos, no rodaba como debía. Giraba sola, se detenía bruscamente y a veces regresaba al mismo lugar del que había partido. Era como si obedeciera leyes que no entendíamos.

Las noches fueron peores. La esfera vibraba en el silencio, produciendo un zumbido bajo que atravesaba las paredes. Una vez rodó por el pasillo hasta detenerse frente a la puerta de mi alcoba. Mi familia empezaba a asustarse, pero yo estaba fascinado, hasta que me di cuenta de que me estaba volviendo su prisionero. Lo más perturbador fue la música. Descubrimos que al tocar la guitarra, la esfera respondía con un eco metálico, como si supiera lo que hacía. No era un objeto inerte. Y entonces comenzaron los episodios que nunca pude explicar. Me despertaba en medio de la noche con la esfera entre mis manos, sin recordar haberme levantado de la cama. Vibraba contra mi pecho y pronto comprendí que ya no era solo la esfera la que palpitaba, también era yo.

Me convencí de que necesitaba deshacerme de ella. La llevamos a la base naval para que los militares la examinaran. Dijeron que era solo una bola hueca de acero industrial. Yo quise creerles. Me aferré a la idea de que todo lo demás había sido una ilusión. Aun así, la dejamos en la base y por primera vez en semanas dormí tranquilo. Hasta esa noche. Desperté en la sala de mi casa, de rodillas, con la esfera en mis manos. Sentí el zumbido recorriéndome la médula, como si mis huesos fueran ahora parte de ella. Nadie supo decirme cómo había regresado. Nadie me creyó cuando aseguré que jamás la había traído de vuelta. Desde entonces entendí lo inevitable. Yo no encontré la esfera. Ella me encontró a mí.

Esta historia, que parece extraída de una novela de ciencia ficción, es el testimonio real de la familia Betz, un caso que sacudió a la opinión pública en los años setenta y que sentó un precedente para una serie de hallazgos que desafían nuestra comprensión de la tecnología y la historia. La esfera de los Betz no fue un caso aislado. Es apenas el primer capítulo de un enigma mucho mayor que se extiende a través del tiempo y la geografía, conectando objetos imposibles que parecen compartir un origen desconocido. Hoy, ese enigma resurge con fuerza, manifestándose en nuevas formas y lugares, desde las selvas de Colombia hasta los desiertos anónimos del mundo.

La Sombra de Buga: ¿Tecnología de una Humanidad Perdida?

Décadas después del incidente de la esfera de Betz, la historia parece repetirse, aunque con matices aún más desconcertantes. Hace apenas unos meses, el foco del misterio se trasladó a Buga, Colombia, donde una esfera metálica hallada en una zona rural se convirtió en un fenómeno global. Los primeros videos mostraban un objeto que parecía levitar brevemente antes de descender, un comportamiento que inmediatamente evocó los relatos de la familia Betz. Un equipo multidisciplinario de investigadores se hizo cargo del objeto, y sus afirmaciones iniciales encendieron un debate que aún arde con intensidad.

Según este equipo, la esfera de Buga contiene fibras ópticas, polímeros desconocidos y una serie de símbolos grabados en su superficie. Pero la revelación más explosiva llegó con las pruebas de datación por carbono 14. Se informó que un material negro, similar a una resina, adherido al objeto arrojó una antigüedad aproximada de 12.500 años. Esta cifra es monumental. Nos transporta a un período en el que, según la historia convencional, no existían civilizaciones con la capacidad de forjar una pieza de tecnología tan compleja.

El documento que respalda esta afirmación, supuestamente emitido por la Universidad de Georgia, ha sido exhibido como prueba irrefutable por quienes defienden el origen anómalo del artefacto. Sin embargo, este mismo documento ha sido objeto de escrutinio. Se ha señalado un error ortográfico en el nombre de la empresa que solicitó el estudio, un laboratorio vinculado al controvertido Dr. Steven Greer. Quienes defienden la autenticidad del estudio argumentan que el error proviene del registro original de la empresa y no invalida los resultados. El documento, insisten, es genuino y el análisis fue realizado por una institución académica de prestigio.

La conclusión que se extrae de esta datación es audaz: si el polímero adherido a la esfera tiene 12.500 años, y se asume que es parte integral de su fabricación, entonces el objeto no puede ser producto de la tecnología humana contemporánea. Esta idea ha forzado un cambio en la narrativa. Inicialmente, muchos desestimaron la esfera como un fraude debido a su aparente manufactura humana. Ahora, la hipótesis se ha desplazado hacia terrenos más especulativos: la esfera podría pertenecer a una civilización humana anterior, una humanidad perdida en las brumas del tiempo, o incluso ser un objeto que ha viajado a través de los milenios.

Sin embargo, la comunidad científica independiente ha reaccionado con escepticismo. Se recuerda, con razón, que la datación por carbono 14 solo es aplicable a materiales orgánicos y no a metales. La antigüedad de 12.500 años correspondería únicamente a la resina, no necesariamente a la esfera metálica en sí. Un ejemplo claro ilustra esta objeción: si se realizara una prueba de carbono 14 sobre el plástico de un teléfono móvil moderno, el resultado podría arrojar una antigüedad de millones de años, ya que el petróleo del que deriva el polímero es un material orgánico fosilizado. La datación del polímero puede ser correcta, pero su antigüedad no demuestra la antigüedad del objeto al que está adherido.

El caso de la esfera de Buga permanece en un limbo de incertidumbre. Para sus defensores, es un vestigio tangible de tecnología ancestral o alienígena. Para los escépticos y los investigadores más rigurosos, es un ejemplo preocupante de cómo la desinformación puede distorsionar la búsqueda de la verdad en el campo del fenómeno OVNI. Los investigadores a cargo del objeto, a pesar de las críticas sobre sus métodos —como medir frecuencias de radio con un voltímetro—, han anunciado que continuarán con los análisis, incluyendo pruebas de isótopos radiactivos que, según ellos, podrían ofrecer más pistas sobre el origen y la composición de la enigmática esfera.

El Despertar de los Cilindros: Un Patrón en los Cielos

Mientras el debate sobre la esfera de Buga continúa, un nuevo hallazgo en otra parte del mundo añade una nueva y perturbadora dimensión al misterio. Se trata de un objeto cilíndrico, un OVNI con forma de cigarro, que fue visto sobrevolando una ubicación no revelada antes de impactar contra la tierra. La persona que documentó el evento desenterró el objeto y, al examinarlo, descubrió algo asombroso: su superficie estaba cubierta de símbolos muy similares a los que se encuentran en la esfera de Buga. Este nuevo caso, que apenas comienza a desarrollarse, sugiere que no estamos ante artefactos aislados, sino ante piezas de un rompecabezas mucho más grande. Pero antes de adentrarnos en este nuevo capítulo, es crucial entender el contexto. ¿Son comunes los reportes de objetos cilíndricos? La historia nos dice que sí.

A finales del siglo XIX, mucho antes de que el término OVNI se popularizara, Estados Unidos fue testigo de la gran oleada de los airships misteriosos. Entre 1896 y 1897, los periódicos de todo el país se llenaron de informes sobre objetos alargados, similares a dirigibles o puros brillantes, que surcaban los cielos nocturnos. Los testigos describían cuerpos con forma de cigarro, adornados con luces potentes, moviéndose de manera controlada e inteligente. Estos relatos, ampliamente documentados, son considerados por muchos como los antecedentes directos del fenómeno OVNI moderno y el primer registro masivo de avistamientos de objetos cilíndricos.

El fenómeno no se detuvo en el siglo XIX. En 1977, en la región de Colares, Brasil, las autoridades militares investigaron una oleada de avistamientos que aterrorizó a la población local. Durante la llamada Operación Prato, se recogieron numerosos testimonios sobre extrañas naves luminosas. Una profesora de la localidad de Viseu, por ejemplo, reportó haber visto un OVNI de forma cilíndrica sobrevolando su casa, emitiendo una luz tan intensa que iluminaba todo a su alrededor. El delegado de policía a cargo de la investigación calificó su testimonio como creíble y serio. Aunque la conclusión oficial de los militares fue que no se encontraron indicios de un fenómeno fuera de lo común, los archivos desclasificados de la operación cuentan una historia mucho más extraña.

Más recientemente, los testigos han sido pilotos y personal militar, personas entrenadas para observar y reportar con precisión. El 21 de febrero de 2021, el piloto del vuelo 2292 de American Airlines comunicó por radio un avistamiento excepcional sobre Nuevo México. En la grabación, se le escucha describir un objeto largo y cilíndrico, parecido a un misil de crucero, que pasó a una velocidad vertiginosa por encima de su avión. El informe fue confirmado por la aerolínea y reportado a la Administración Federal de Aviación (FAA) y al FBI, considerándose altamente creíble dada la experiencia del testigo.

El 11 de febrero de 2023, el fenómeno pasó de la observación al enfrentamiento. Un caza F-22 estadounidense derribó un objeto no identificado sobre el territorio canadiense de Yukón. Fuentes oficiales, incluida la ministra de Defensa de Canadá, Anita Anand, describieron el artefacto como cilíndrico, aunque de menor tamaño que el globo espía chino derribado días antes. Por primera vez, un gobierno admitía públicamente haber derribado un objeto aéreo no identificado de origen desconocido. Sin embargo, ante la presión mediática y pública, la explicación oficial fue modificada, sugiriendo que probablemente se trataba de un pequeño globo de aficionados. Las fotografías del objeto y los resultados de su análisis nunca fueron presentados al público, dejando un velo de sospecha que recuerda al famoso caso Roswell.

El patrón continúa. Un informe del Pentágono de 2023, elaborado por la oficina AARO (All-domain Anomaly Resolution Office), incluye un caso reciente en el que la tripulación de un avión comercial estuvo a punto de colisionar con un objeto cilíndrico sobre el Atlántico, cerca de Nueva York. El incidente, clasificado como un encuentro peligroso con un UAP (Fenómeno Aéreo No Identificado), sigue bajo investigación. Incluso en el Reino Unido, documentos desclasificados gracias a la Ley de Libertad de Información (FOIA) revelan avistamientos similares. Un informe de marzo del año 2000 detalla cómo varios agentes de policía observaron un OVNI de apariencia cilíndrica sobrevolando su zona durante varios minutos.

Estos casos, que abarcan más de un siglo, demuestran que los OVNIs cilíndricos son una constante en el fenómeno. Pero todos ellos comparten una característica: fueron vistos en el cielo, a distancia. El caso que nos ocupa ahora es diferente. Es el primero en el que, supuestamente, uno de estos objetos ha sido recuperado.

El Cilindro de James: Un Mensaje Grabado en Metal

La historia del cilindro metálico comienza con un avistamiento. Un hombre llamado James, que ocasionalmente compartía videos en internet, observó un cuerpo cilíndrico y brillante desplazándose sobre el desierto. La forma en que reflejaba la luz era hipnótica. Intentó grabarlo, pero al revisar las imágenes, descubrió que la mayoría de los archivos estaban corruptos, como si una fuerza desconocida hubiera interferido con su dispositivo. Solo unos pocos fotogramas sobrevivieron, mostrando la silueta del objeto flotante.

Minutos después, el cilindro cayó y se enterró en la arena. James se acercó con cautela. A medida que se aproximaba, comenzó a escuchar un zumbido, un pulso rítmico que parecía emanar del objeto. La curiosidad venció al miedo. Comenzó a escarbar y, en un acto impulsivo, tocó el metal con la mano desnuda. La reacción fue instantánea: un dolor agudo, una quemadura. Fue la primera señal de que no se trataba de un simple trozo de metal.

Con esfuerzo, logró extraerlo y lo guardó en una caja. Fue entonces cuando comenzaron los síntomas físicos: mareos, náuseas y una extraña alteración en su estado de ánimo, como si el objeto estuviera influyendo directamente en sus emociones. De regreso a casa, continuó documentando su hallazgo. Sin una cinta métrica a mano, utilizó una pequeña regla para calcular sus dimensiones, estimando que medía algo más de 30 pulgadas (unos 76 cm). Luego, lo pesó en una báscula digital: 15.8 libras, poco más de 7 kilogramos.

Los experimentos caseros revelaron propiedades aún más extrañas. Al acercar un imán de refrigerador, descubrió que los extremos del cilindro estaban fuertemente magnetizados, mientras que el centro permanecía completamente neutro. No era una pieza de metal uniforme; su diseño era intencional. Mientras grababa, dos bombillas de la habitación se apagaron simultáneamente, lo que le hizo sospechar que el cilindro interfería con la red eléctrica.

Pero lo más fascinante estaba en su superficie. Los videos de James muestran con claridad una multitud de símbolos grabados a mano, tallados con fuerza sobre el metal, que parece ser acero. No son adornos casuales. Hay triángulos, cruces, líneas curvas y repetidas, y varias estrellas de seis puntas. Los símbolos cubren ambos extremos del cilindro, y lo más desconcertante es que algunos motivos aparecen invertidos de un extremo a otro, como si fueran imágenes especulares deliberadas.

Buscando respuestas, James compartió sus hallazgos en foros especializados. La comunidad online reaccionó de inmediato. En cuestión de horas, surgieron los primeros intentos de traducción. Algunos especularon que los símbolos se asemejaban al paleo-sánscrito, otros al hebreo antiguo o a las runas nórdicas. Las interpretaciones más recurrentes hablaban de conceptos como naves, deidades, resonancia y protección. Algunos fragmentos traducidos parecían auténticas invocaciones grabadas en metal.

En una entrevista posterior, James explicó que mientras el cilindro volaba, sintió una fuerte advertencia, una necesidad de alejarse. Pero una vez que cayó, una compulsión irresistible lo llevó a buscarlo. Lo describió como algo casi vivo, que vibraba con un ritmo orgánico. Al principio, las vibraciones eran intensas, pero con el tiempo comenzaron a debilitarse, como si el objeto estuviera perdiendo energía o, en sus propias palabras, muriendo. Su temor era palpable. Estaba convencido de que alguien vendría a arrebatárselo y declaró públicamente que si algo le sucedía, no sería por su propia mano.

El caso polarizó a la comunidad. Algunos lo compararon inmediatamente con la esfera de Betz de 1974, que también vibraba en respuesta a estímulos externos. Otros lo vincularon con la esfera de Buga y sus misteriosos grabados. Se recordaron los jeroglíficos mencionados en casos clásicos como Roswell, Rendlesham Forest y Kecksburg. El patrón era inquietante: objetos metálicos, superficies pulidas y símbolos extraños que se repiten en escenarios diferentes, separados por décadas.

Los escépticos lo calificaron de fraude elaborado, similar a otros engaños virales. Sin embargo, incluso los más incrédulos admitieron que el comportamiento de James no parecía el de un actor. Su forma torpe de medir el objeto, su nerviosismo frente a la cámara y su falta de un guion preparado transmitían más ingenuidad que una intención de engañar.

Hoy, el cilindro permanece bajo el resguardo de James. No se han realizado análisis profesionales, aunque él no se niega a que se hagan, siempre que los resultados no sean ocultados. Todo lo que sabemos proviene de sus videos y de las imágenes compartidas en línea. El misterio sigue abierto, un objeto tangible, oculto en algún sótano, cuyo origen y propósito real están aún por descubrirse.

Evidencia en Movimiento: Los Cilindros Captados en Video

El caso de James es excepcional porque implica la recuperación de un artefacto. Sin embargo, los cielos continúan siendo el escenario principal de estos avistamientos. Gracias a la tecnología moderna, existen numerosas grabaciones que parecen mostrar estos enigmáticos objetos en acción.

Un video fechado en abril de 2025, supuestamente grabado en el Reino Unido, muestra un objeto cilíndrico volando lentamente sobre el mar. El testigo comenta su gran tamaño. En la grabación, el objeto parece flotar sin emitir sonido alguno, exhibiendo las características clásicas de los cilindros reportados durante décadas.

A finales de 2012, las cámaras de la cadena Televisa en México, que monitorean constantemente el volcán Popocatépetl, captaron una imagen asombrosa. Un objeto cilíndrico, extremadamente luminoso y de un tamaño estimado en casi un kilómetro de largo, ingresó directamente en el cráter del volcán a una velocidad muy superior a la de un avión convencional. Este evento desató teorías sobre si estos objetos utilizan la energía geotérmica como combustible o si los volcanes activos sirven como portales o entradas a bases subterráneas.

La confirmación de esta extraña conexión volcánica pareció llegar el 24 de agosto de 2023, cuando las mismas cámaras grabaron no uno, sino varios objetos cilíndricos emergiendo del cráter del Popocatépetl. Se movían a una velocidad increíble y con una intensa luminosidad. El hecho de que aparezcan durante períodos de alta actividad volcánica sugiere que las temperaturas extremas no les afectan, lo que plantea serias dudas sobre su composición material.

El 27 de febrero de 2023, en Mérida, Yucatán, se reportó un OVNI alargado con un potente halo de luz. El video nocturno muestra un cilindro luminoso que parece emitir destellos o algún tipo de energía desde sus extremos. Permanece estático, sin producir sonido, descartando que se trate de un avión. A diferencia de otros avistamientos, este objeto no parece metálico, sino compuesto enteramente de energía, similar a los vistos en el Popocatépetl.

Otro video, del 26 de agosto de 2024, muestra un comportamiento diferente. Un cilindro metálico realiza múltiples giros en el aire, emitiendo luz desde uno de sus extremos. Cada cambio de dirección va acompañado de un destello y la aparente expulsión de un objeto oscuro más pequeño. Algunos han comparado su forma con los cohetes de SpaceX, pero su maniobrabilidad y comportamiento anómalo desafían esa explicación.

El Alcance Cósmico: Testigos en las Estrellas

Estos avistamientos no se limitan a nuestra atmósfera. Astrónomos aficionados, con sus telescopios apuntando a la inmensidad del espacio, también han capturado imágenes de estos cilindros.

El 5 de enero de 2021, un astrónomo que observaba la constelación de Orión grabó un objeto de gran tamaño y forma cilíndrica desplazándose a alta velocidad. Se descartó que fuera un cometa o basura espacial. Su considerable longitud llevó a especulaciones sobre si se trataba de una nave nodriza, un vehículo capaz de transportar naves más pequeñas en su interior.

El 7 de noviembre de 2018, otro astrónomo aficionado registró un objeto muy similar, también en la constelación de Orión. Se movía más lentamente, pero su forma y dimensiones eran idénticas a las del avistamiento de 2021, como si fuera el mismo artefacto repitiendo una ruta establecida. Esto sugiere que podríamos estar presenciando un tránsito regular de vehículos no humanos que orbitan nuestro planeta.

Una fotografía obtenida el 29 de noviembre de 2017 por la organización MUFON, de nuevo cerca de Orión, ofrece más detalles. Se observa un gran cilindro que parece estar formado por módulos o anillos, con una punta y una base plana. El objeto es opaco, no emite luz propia y no muestra ventanas ni signos visibles de un interior. La nitidez de la imagen sugiere que se movía lentamente o estaba estático.

En octubre de 2019, el astrónomo conocido como Moonshot grabó otro objeto similar, una vez más en la región de Orión, reforzando la idea de una ruta de tránsito constante. Finalmente, un video presentado por MUFON en 2019 muestra algo aún más impactante: no uno, sino cinco objetos cilíndricos desplazándose a una velocidad impresionante en formación, una flotilla que recuerda a los objetos vistos emergiendo del volcán Popocatépetl.

Conclusión: Un Hilo Invisible a Través del Tiempo

Los casos de la esfera de Betz, la esfera de Buga y el cilindro de James no pueden ser vistos como incidentes aislados. Al observarlos en conjunto, emerge un patrón inquietante. Los símbolos grabados, las vibraciones anómalas, las propiedades electromagnéticas y los efectos físicos y psicológicos en quienes los encuentran tejen un hilo invisible que conecta estos artefactos a través del tiempo y el espacio.

No estamos hablando simplemente de objetos extraños, sino de piezas que parecen pertenecer a una misma tecnología, a un origen común que podría ser mucho más antiguo que nuestra propia civilización. ¿Son los restos de una humanidad olvidada? ¿Son sondas de una inteligencia extraterrestre que nos observa? ¿O estamos, una vez más, ante un elaborado fraude que explota elementos de casos virales para capturar la atención del público?

La investigación sigue abierta. Mientras los científicos debaten la validez de una prueba de carbono 14 y las comunidades en línea intentan descifrar símbolos arcanos, los objetos permanecen. La esfera de Betz desapareció en manos de las autoridades. La esfera de Buga está siendo analizada bajo un velo de controversia. El cilindro de James espera en un sótano, vibrando débilmente.

El patrón es innegable, pero la verdad sigue oculta, esperando ser desenterrada en las cenizas de un incendio, en la tierra de un campo colombiano o en la arena solitaria de un desierto anónimo. Quizás estos objetos no son solo reliquias o herramientas. Quizás son mensajes, esperando a que finalmente aprendamos a leerlos. La verdad, como siempre, permanece allá afuera. Solo tenemos que seguir buscando.

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