
¿Fantasmas?: Contacto y Manifestación Física
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Ecos de Otro Plano: Crónicas de un Investigador Paranormal
Una llamada irrumpe en la quietud de un programa de radio. Al otro lado de la línea, una madre, con la voz quebrada por la angustia, describe el comportamiento errático de su hija, un tormento que atribuye a una posible posesión. De repente, la conversación se fractura. Un forcejeo, un grito ahogado y una nueva voz, gutural y ajena, se apodera del teléfono y lanza una escalofriante advertencia: Todos se van a morir. Todos se van a morir.
Este fragmento, arrancado de las ondas hertzianas, no es más que un eco de una pregunta fundamental que ha perseguido a la humanidad desde el albor de la conciencia: ¿Existe la vida después de la muerte? ¿Es posible que aquellos que han cruzado el umbral puedan, de alguna manera, comunicarse con nosotros? Estos son los misterios que nos ocupan, los fenómenos que desafían nuestra comprensión de la realidad.
Para adentrarnos en este territorio sombrío y fascinante, contamos con la experiencia de un hombre que ha dedicado años a caminar por la delgada línea que separa nuestro mundo del otro: el investigador paranormal y escritor Pedro Noguchi. A través de sus vivencias, recogidas en años de trabajo de campo y plasmadas en obras como Revelaciones del más allá, experiencias de contacto con otras realidades, exploraremos los matices de lo inexplicable.
Desde el año 2008, junto a su grupo de investigación, Noguchi ha ido desentrañando el comportamiento de estos fenómenos, aprendiendo sobre la marcha las reglas de un juego cuyas piezas se mueven en dimensiones que apenas comenzamos a vislumbrar. Sus investigaciones abarcan desde la comunicación directa con el más allá y los mensajes que intentan transmitirnos para entender cómo podría ser ese otro plano, hasta las manifestaciones a través de artefactos, lo que se conoce como transcomunicación instrumental. También ha documentado el contacto a través de médiums, canalizadores capaces de recibir mensajes escritos en un estado de trance, en un fenómeno conocido como psicografía.
Pero el misterio no se detiene en las almas de quienes una vez caminaron entre nosotros. En sus exploraciones, también ha habido contactos con supuestos seres no terrenales, inteligencias que no provienen del plano espiritual de los fallecidos, sino quizás de otros mundos, de otras realidades coexistentes con la nuestra. Todas estas experiencias, como piezas de un rompecabezas cósmico, nos invitan a cuestionar qué sucede realmente después de esta vida y si el destino es el mismo para todos, o si existen razones particulares por las que algunas almas se anclan irremediablemente a este plano.
Fantasmas y Espíritus: Definiendo a los Habitantes de lo Invisible
Antes de sumergirnos en las profundidades de lo paranormal, es crucial establecer una distinción. A menudo usamos el término fantasma de manera genérica, pero desde la perspectiva de la investigación, existe una diferencia fundamental. Un fantasma, según la percepción de Noguchi, es aquella entidad que permanece anclada a nuestro plano físico, incapaz de trascender. Un espíritu, en cambio, es aquel que ya ha cruzado, que ha ascendido, pero que puede regresar voluntariamente, quizás para entregar una advertencia, un mensaje de consuelo o un aviso importante.
Las razones por las que un alma puede quedar atrapada, convertida en un fantasma, son tan variadas como las vidas humanas. Puede ser una madre que, al fallecer, deja atrás a hijos pequeños y cuya incertidumbre y amor la atan a este mundo para velar por ellos. En otros casos, el ancla es material: personas atadas a sus propiedades, a sus riquezas, con el temor de que sus familias se destruyan por una herencia. No pueden descansar en paz hasta que ven resueltos los conflictos que dejaron pendientes.
Otras situaciones son más trágicas y abruptas. Las víctimas de accidentes, por ejemplo, pueden experimentar un estado de shock tan profundo que ni siquiera se percatan de su propia muerte. Deambulan confundidas, sintiendo una soledad abrumadora al darse cuenta de que los vivos ya no interactúan con ellos, que los atraviesan como si no existieran. Muchos de ellos, por razones que aún no comprendemos del todo, permanecen en el lugar exacto de la tragedia. Otros, en una extraña procesión final, siguen su propio cortejo fúnebre hasta el cementerio y, una vez allí, descubren que no pueden salir, atrapados en un laberinto de lápidas y olvido, sin saber cuál es el siguiente paso.
El Viajero Inesperado: Una Posesión en el Campo Santo
La teoría cobra vida en la práctica, y pocas experiencias ilustran tan vívidamente la complejidad de estos fenómenos como la que vivió el equipo de Noguchi en sus inicios, allá por el año 2008. Acompañaban a un equipo de televisión para un reportaje nocturno en un cementerio del Callao, un lugar impregnado de historia y salitre cerca del puerto. En la investigación paranormal, la paciencia es clave; no se puede forzar una manifestación, y la presión de una cámara de televisión a menudo resulta contraproducente.
El equipo se dividió en dos. Uno se encargaría de la parte técnica, intentando captar evidencias con el equipo disponible. El otro, compuesto por la prensa y una médium, exploraría otra zona del cementerio. De pronto, la llamada de urgencia a través del teléfono: Vengan rápido que hay una posesión.
Corrieron a través del laberinto de tumbas, subiendo y bajando escaleras en la oscuridad, cargando con los equipos. Cuando llegaron, el evento ya había concluido, pero la historia que les contaron era sobrecogedora. El grupo se había sentado en el suelo, intentando establecer comunicación con un escáner de frecuencias de radio, un precursor de los modernos Spirit Box. El camarógrafo, con su cámara, enfocaba a la médium. Al no obtener resultados, apagaron el dispositivo. Fue entonces cuando el camarógrafo, con una voz que no parecía la suya, dijo: Quiero que enciendas la radio porque quiero decirte algo.
Todos se miraron, desconcertados. La médium le preguntó por qué no se lo decía directamente. La respuesta fue un sollozo infantil: Es que extraño mucho a mi mamá. El camarógrafo, un hombre adulto, comenzó a llorar como un niño. Un vigilante del cementerio que los acompañaba tuvo la presencia de ánimo de tomar la cámara que el hombre había soltado y seguir grabando la escena. El camarógrafo, o lo que fuera que lo habitaba, pedía que no apagaran la radio. La médium tuvo que intervenir para ayudarlo a liberarse de lo que parecía ser el espíritu de un niño que había ingresado en él. El propio camarógrafo no recordaba nada con claridad y, lo más sorprendente, no tenía idea de que poseía facultades mediúmnicas.
El recorrido continuó, esta vez todos juntos. Llegaron a la capilla de una santa popular, Sarita Colonia. Mientras la reportera le daba indicaciones al camarógrafo, este simplemente dejó su cámara en el suelo y desapareció. La búsqueda fue frenética. Finalmente, el vigilante llamó a la portería y confirmó que un joven había salido y estaba parado en la avenida principal.
Lo encontraron en estado de shock, mirando el tráfico y el paisaje urbano con una expresión de total extrañeza, repitiendo una y otra vez: Esto no era así antes. Su actitud, su forma de hablar pausada y con propiedad, era completamente distinta a la del joven atropellado que conocían. Temiendo que cruzara la avenida en su estado de confusión, lo convencieron para regresar al cementerio.
De regreso, el ser que ocupaba el cuerpo del camarógrafo tomó de la mano a la médium y los guió por un camino estrecho y oscuro que no conocían. Durante el trayecto, contó fragmentos de su vida: que había trabajado cortando madera, que perdió un brazo en un accidente, pero que eso no le impedía seguir. Describió su existencia dentro del cementerio como un caminar incesante, un deambular solitario junto a otros que rara vez conversaban entre ellos.
Los condujo hasta un rincón apartado y se quedó observando fijamente uno de los nichos. Dijo: Muchas gracias. Muchos me van a admirar por esto. En ese momento, el equipo no comprendió el significado de sus palabras ni se fijó en el nicho específico. Suponían que era su tumba. La médium le ofreció ayuda para trascender, para cruzar al otro lado. La respuesta fue tajante y escalofriante: No, porque lo que vi al otro lado no me gustó para nada. Prefiero quedarme aquí.
Con un gesto rápido, la médium, que tenía conocimientos de reiki, bloqueó uno de sus chakras, cerrando el canal. El ser se despidió. El camarógrafo recuperó la conciencia de golpe, mirando a su alrededor sin reconocer el lugar, y lanzó un grito de espanto. A raíz de esta experiencia, su sensibilidad latente se disparó. Empezó a ver personas fallecidas en las calles, en cualquier lugar. Se había convertido en un médium consciente de su don, aunque de la forma más traumática posible.
La historia deja preguntas en el aire. ¿Cuánto tiempo llevaba esa alma atrapada, al punto de no reconocer el mundo moderno? El comentario sobre ser admirado por lo que hizo sugiere que, para los espíritus confinados dentro del cementerio, salir al exterior a través de un cuerpo vivo es un acto de audacia, casi una proeza. Los campos santos a menudo son sellados ritualmente, no solo para impedir la entrada de entidades externas, sino también, quizás, para evitar la salida de las que ya están dentro. Aquel hombre logró, por unos momentos, escapar de su prisión de mármol y tiempo.
Ecos de Guerra: Los Fantasmas del Campo de Batalla
El tiempo en el otro plano parece no regirse por nuestras leyes. Esta idea se refuerza en otra serie de investigaciones centradas en los ecos paranormales de la Guerra del Pacífico, el conflicto que enfrentó a Perú y Chile en el siglo XIX. Las zonas donde se libraron las batallas más cruentas, como los distritos que formaron las líneas de defensa de Lima en 1881, son hoy focos de intensa actividad paranormal.
Una noche, el equipo fue llamado a una casa en la zona de Pamplona. Los habitantes estaban convencidos de que eran víctimas de brujería. Sufrían apariciones constantes y una sensación de malestar general. Sin embargo, la historia del lugar revelaba otra posibilidad. Cuando la zona se urbanizó, muchos vecinos, al excavar para construir sus casas, encontraron osamentas y restos de uniformes militares.
Dentro de la casa, en un patio de tierra, el psíquico del equipo, Mat Castañeira, sintió la necesidad de intentar una comunicación. Se desplegaron los equipos: una cámara infrarroja, un Spirit Box y, paralelamente, Mat se preparó para una sesión de escritura automática o psicografía. Lo que ocurrió a continuación fue una asombrosa sincronía entre lo tecnológico y lo psíquico.
El Spirit Box comenzó a emitir palabras sueltas. Al mismo tiempo, la mano de Mat se movía frenéticamente sobre el papel, escribiendo mensajes. Sorprendentemente, muchas de las palabras que aparecían en el papel eran repetidas segundos después por el aparato. La historia que se fue tejiendo era la de un pequeño grupo de soldados chilenos que, durante la retirada peruana, se adelantaron demasiado y quedaron atrapados en una emboscada.
A través de ambos canales, el escrito y el auditivo, los soldados atrapados en el tiempo contaban su situación. Tenían un compañero herido, otro había fallecido. Luchaban contra los blancos, una posible referencia al Batallón Zepita del ejército peruano, cuyos uniformes rústicos eran de ese color. Cuando se les preguntó en qué año se encontraban, la respuesta fue 1888, tanto en el papel como en la radio. La batalla, sin embargo, ocurrió en 1881.
La conclusión era inevitable: para estas almas, atrapadas en un bucle de combate y trauma, solo habían transcurrido siete años, cuando en nuestra realidad había pasado más de un siglo. Siguen combatiendo, sintiendo las heridas que les causaron la muerte, aferrados a la consigna con la que murieron: ganar la batalla. No saben que la guerra terminó hace mucho tiempo.
Este fenómeno también explica por qué los fantasmas tienen ropa. No es que se lleven sus atuendos al más allá; es que su apariencia es una proyección mental, un avatar de cómo se recuerdan a sí mismos. Son energía, y a veces esa energía no es suficiente para manifestarse por completo, lo que podría explicar por qué tantos testimonios describen apariciones a las que les faltan los pies.
Capas de Realidad en un Mismo Espacio
Los escenarios de guerra no albergan un solo tipo de manifestación. Son lugares complejos con múltiples capas de fenómenos superpuestos. Por un lado, están las almas ancladas que interactúan en tiempo real, como los soldados de Pamplona. Por otro, están los espectros, que son como proyecciones holográficas del pasado. Un centinela que aparece cada noche en el mismo lugar, realizando la misma rutina, sin interactuar con el presente. Es la repetición de un acto que se grabó energéticamente en el lugar.
Luego están los fenómenos auditivos, las llamadas mimofonías o impregnaciones energéticas. Sonidos del pasado que han quedado rebotando en el ambiente. El equipo de Noguchi ha presenciado en estas zonas el sonido de bombardas y explosiones lejanas, sonidos que parecían provenir del interior de las casas, sin una fuente física detectable. En una ocasión, dejaron una grabadora en un departamento vacío y cerrado con llave. Al revisar el audio, se escuchaba claramente a alguien golpeando la pared con un objeto metálico, seguido del rastrillar de un arma y un disparo.
Las apariciones visuales también son recurrentes. En una de las propiedades investigadas, una vecina vio bajar por las escaleras a un militar con el rostro demacrado y cubierto de polvo, vestido con lo que describió como un costal sucio, la tela rústica de los uniformes peruanos. Otros vecinos veían a un soldado en la azotea, en perpetua posición de vigilancia.
Incluso parecía haber una conciencia por parte de estas entidades. Cuando el equipo llegó a la casa, la propietaria del primer piso, que había prometido una entrevista, se negó a recibirlos. La razón: había soñado con un militar alto, blanco y barbudo, con uniforme de oficial chileno, que le había ordenado: No los dejes entrar a la casa. La descripción coincidía con la que dio otra vecina, quien afirmó haber visto a un soldado con esas características salir molesto de la casa cuando los investigadores entraron. Para ellos, quizás, no eran más que intrusos en su campo de batalla eterno.
La persistencia de estos fenómenos podría tener también una explicación física. Noguchi notó que cerca de estos lugares suelen haber torres de alta tensión. La alta radiación electromagnética parece actuar como un catalizador, un alimento para que las manifestaciones se hagan más visibles y notorias. Es una teoría que explicaría por qué los estudios de radio y televisión, con sus antenas y equipos encendidos 24 horas, son a menudo escenarios de actividad paranormal. La energía del entorno les facilita el poder manifestarse.
Canales Hacia lo Desconocido: La Tecnología y la Intención
La comunicación con estas entidades es un proceso de prueba y error. No siempre responden de inmediato. A veces, te ven como un intruso. Requiere paciencia y, sobre todo, respeto. En una serie de visitas al cementerio El Ángel, el equipo utilizó un dispositivo de su propia construcción, la Geobox, diseñada para atenuar el ruido blanco y hacer más claras las posibles voces. Las dos primeras noches, silencio casi absoluto. Fue en la tercera visita cuando las respuestas comenzaron a fluir, claras y coherentes.
Respondieron a preguntas sobre su estado, incluso mencionaron los nombres de los investigadores presentes. En un momento, la voz de un niño se lamentó preguntando por su padre. Otra voz gritó que todo estaba mal. Un miembro del equipo, con sensibilidad psíquica, sintió un frío gélido, como si las almas le estuvieran transmitiendo su desolación. Parecía que, una vez abierto el canal, todos querían hablar, todos querían contar su pena, peleando por usar ese puente de comunicación.
Esta experiencia demuestra que, a veces, las entidades necesitan familiarizarse, sentir que la intención del investigador es genuina y no una mera búsqueda de morbo. El respeto es la llave que puede abrir estas puertas.
El mensaje más profundo, sin embargo, puede llegar cuando menos se espera. Durante una investigación en un canal de televisión, en un estudio donde los trabajadores se quejaban de fenómenos constantes (luces que se quemaban, objetos que se movían), se logró captar una psicofonía que dejó al equipo reflexionando durante años. El edificio había sido construido sobre las ruinas de un antiguo teatro que se incendió, cobrándose la vida de once personas. A través de un aparato, se le preguntó a una de las presuntas entidades si creía en Dios. La respuesta fue un susurro cargado de una filosofía desoladora: No hay espacio ni tiempo para él. Una frase que sugiere una existencia más allá de nuestros conceptos, una realidad donde las estructuras de fe que sostienen nuestro mundo se disuelven en una eternidad sin coordenadas.
Cuando la Oscuridad Responde: Posesiones y Pactos
No todas las entidades que se manifiestan son almas perdidas de seres humanos. Existen otras presencias, mucho más antiguas, malévolas y poderosas. La historia de una joven a la que llamaremos Ángela es un testimonio aterrador de lo que puede ocurrir cuando se abren puertas que nunca debieron ser cruzadas.
Ángela tenía una sensibilidad psíquica que intentaba reprimir. Un día, cedió a la insistencia de sus primos y participó en una sesión de ouija. Apenas puso la mano sobre el cursor, este comenzó a moverse de forma descontrolada, deletreando insultos dirigidos exclusivamente a ella. Asustada, abandonó el juego. Días después, comenzó a sentir una presencia en su cuarto. Al principio era sutil, algo que se sentaba en su cama por la noche. Luego, sintió una mano que le acariciaba el cabello. Con el tiempo, ingenuamente, llegó a pensar que era un alma protectora.
El engaño duró hasta que la entidad se volvió celosa y violenta. Cuando Ángela se mudó a un departamento con su prima, las agresiones se intensificaron. Le tiraban del cabello, la golpeaban cuando estaba sola. Un día, en el baño, algo invisible la tomó y la estrelló contra la pared. La entidad la siguió incluso cuando viajó a otra ciudad. El terror se apoderó de ella cuando los ataques se volvieron más complejos: sentía que dos entidades la sujetaban mientras una tercera la agredía.
El clímax del horror llegó una noche cuando, tras un ataque, su prima la encontró desmayada, atada de pies y manos con el cable de un cargador de celular, un nudo imposible de haberse hecho ella misma. Pero la decisión de buscar ayuda externa y desesperada llegó cuando las paredes de su departamento comenzaron a sangrar.
El equipo de Noguchi acudió al lugar. El ambiente era helado y olía a descomposición. El dormitorio parecía la escena de un crimen, con chorros de sangre manchando las paredes, los muebles y las persianas. Se tomaron muestras que posteriormente confirmaron que se trataba de sangre humana. Los psíquicos que acompañaban al equipo determinaron que no se trataba de un acoso, sino de una posesión ya consumada. La entidad ya estaba dentro, escondida, manifestando su poder de formas grotescas.
Se contactó a un liberador de la corriente carismática. El día de la liberación, el propio Noguchi experimentó la influencia de la entidad. Mientras conducía hacia el lugar por una carretera junto a un acantilado, empezaron a caer rocas, pero solo en la trayectoria de su vehículo. Una roca de gran tamaño apareció de la nada en medio del camino, casi provocando un accidente fatal. El liberador, con calma, le dijo que eran obstáculos que siempre intentaban ponerles en el camino.
La sesión de liberación fue una batalla. La joven, que había aceptado la ayuda, comenzó a resistirse violentamente. Escupió al liberador, lo insultó. Su cuerpo emanaba un olor fétido. En un momento, su rostro sufrió una transfiguración: la piel se estiró, las pupilas se dilataron, las cejas se arquearon, adoptando una apariencia demoníaca. No habló con una voz gutural, pero con la suya propia, retaba a los presentes, afirmando que esa mujer le pertenecía. Tras una intensa sesión, la entidad fue parcialmente expulsada, y la joven sintió un alivio inmediato, aunque quedó completamente agotada. La liberación total requeriría varias sesiones más.
Hay casos, sin embargo, donde la intervención es imposible. Son los casos de pactos voluntarios. Una madre contactó al equipo, preocupada por su hijo, quien, según ella, había jugado a la ouija y desde entonces era acosado en su dormitorio. Al investigar la casa, la médium del equipo detectó dos entidades: un desencarnado humano y una presencia femenina no humana.
En la habitación del joven, la médium, a través de la clariaudiencia, recibió el mensaje. La entidad femenina estaba allí para cobrar una deuda. El joven le había ofrecido su alma a cambio de favores: dinero, poder, mujeres. La entidad afirmó habérselo concedido todo, y mucho más. El otro espíritu, el desencarnado, también estaba allí para cobrar. El joven le había prometido algo en un cementerio, probablemente a cambio de conocimientos oscuros para contactar a la entidad mayor, y no había cumplido.
Cuando el reportero que los acompañaba, con ingenuidad, preguntó sobre la ouija, la entidad se burló, diciendo que no sabía de qué hablaba. Luego, se dirigió directamente al reportero, ofreciéndole cumplir un deseo que guardaba en su corazón. En ese momento, se identificó a sí misma como la Princesa de la Oscuridad. Ante tal revelación, el equipo cortó la comunicación. Al salir de la habitación, un intenso olor a azufre inundó la casa, los perros de la calle comenzaron a aullar de forma desgarradora y los equipos electrónicos empezaron a fallar. Fue una clara advertencia. No podían intervenir. El joven había hecho un trato y ahora había llegado el momento de pagar.
La Delgada Línea y el Consejo Final
La investigación paranormal no es un juego. Es un camino lleno de peligros, tanto físicos como espirituales. Incluso un investigador experimentado puede ser vulnerable. En una ocasión, mientras investigaba un caso complejo de hechicería, Noguchi sintió una ira irracional durante una conversación por chat con el dueño de la propiedad, contestando de forma agresiva sin motivo. Momentos después, su madre, en otra parte de la casa, sintió una onda expansiva que casi revienta una puerta de vidrio. Un psíquico confirmó después que una entidad oscura había intentado entrar en su casa y, al ser repelida, descargó su furia golpeando y abolló el techo de metal de su camioneta con una fuerza sobrehumana.
Para aquellos que sienten que tienen sensibilidad psíquica, que perciben cosas que otros no ven, el consejo principal es aprender a protegerse. No se trata de un don que se pueda quitar o poner, sino de una cualidad que debe ser entendida y controlada. El primer paso es aprender sobre protección y limpieza energética. Lugares como cementerios, hospitales, juzgados o cárceles están cargados de emociones negativas que una persona sensible puede absorber, lo que eventualmente se somatiza en problemas físicos y emocionales.
El misterio del más allá persiste, vasto e insondable. Cada caso, cada psicofonía, cada manifestación es una pieza más en un puzle que quizás nunca completemos. Pero la búsqueda continúa. Quizás, con el avance de la tecnología y una mayor comprensión de estas energías, llegue el día en que podamos construir un dispositivo que nos permita comunicarnos de forma clara y fluida con nuestros seres queridos que han trascendido, un teléfono hacia la eternidad. Hasta entonces, solo nos queda escuchar atentamente los ecos que nos llegan desde el otro plano, con respeto, con cautela y con la mente abierta a la posibilidad de que la muerte no sea el final, sino simplemente el cruce de una puerta.

